sábado, 8 de mayo de 2010

Ya lo sé.

No hace falta que me digan, yo te avisé, yo te advertí.
No hace falta que me digan que canso.
No hace falta que les aclare que voy a seguir siendo el mismo.

Pero por desgracia, cada tanto uno cae en la realidad, en el triste papel que uno hace adelante de cualquier situación de desesperación por atención. Me parece injusto que un pibe, como yo, que tendrá muchos quilombos, tendrá actitudes malas en cosas, y que le quedan por mejorar, pero me entrego entero, sin esperar nada a cambio, no sea valorado al menos. Es triste. Lo mas lógico sería pensar que estoy equivocado en mi actitud, que esas personas no me valoran por algo que hago. Pero no. Mas injusto me tiene que parecer que me tengan en el palier del edificio con la puerta abierta, para que que chupe frío, y con una barrera invisible para no salir, pero no me dejan entrar a ese hogar. Seré demasiado regalado, demasiado incondicional. Yo amo, y doy lo que mas puedo, y si bien no lo hago para que me lo devuelvan, nunca me tiran una pared.

Me rompe soberanamente la poronga que me digan que me pongo en víctima, pero ya no recuerdo cuando fue la última vez que sentí que me amaban. Que de verdad, me encontré feliz por el amor, por la seguridad que me podía dar esa persona. Y extraño. Extraño mucho que un dia como hoy, que solo tengo ganas que me amen, de poder reírme, de un abrazo, de quedarme dormido enredado en unos brazos que me den calor. No quiero estar solo. No puedo acostumbrarme a esto. Y cuando pensaba que lo de antes era costumbre, me doy cuenta que equivocado que estaba. Y si simplemente mi costumbre era sentirme querido, es la costumbre mas linda que pude haber tenido.